Te dije “yo más” y lo cumplí.
Hoy recuerdo nuestros momentos donde "discutíamos" sobre quién amaba más al otro. Empezaba con un simple "te amo", pero al responder "yo más", se volvía una guerra de amor que parecía interminable. La única forma de terminarla era que uno de los dos le diera la razón al otro, aun cuando pensaba que no tenía razón.
Muchas veces me la diste a mí, tal vez porque sabías que yo no te la daría a ti tan fácil. Pero aún así, siempre recalcabas que tú estabas seguro de que me amabas más. Y yo, aunque seguramente también te la habré dado alguna vez, siempre estuve segura de que te amaba más. Incluso recuerdo que llegaste a una especie de empate, algo así como que no hacía falta pensar que uno amaba más que el otro y que mejor pensáramos que ambos nos amábamos infinitamente por igual. Me gustó la idea, aunque sabías que yo siempre iba a ganar.
Está claro que eso eran simples juegos sin importancia. Se suponía que ambos teníamos que amarnos sin fin.
Pero tú no cumpliste eso.
Yo tenía razón. Ya no hay duda.
Yo te amé más.
Y no lo digo con orgullo. Lo digo con el pecho roto.
Porque tú, seguramente, ya estás amando a alguien más.
Y yo todavía estoy escribiéndote.
No pretendo simular que esas pequeñas batallas de palabras tuvieran una mayor importancia, pero muchas veces sentí que la tenían. Muchas veces sentí que realmente me amabas tanto como lo demostrabas. Porque, en serio, siempre lo demostraste tanto. Por eso sé que me amabas.
Pero lo que ahora sé es que no fue tanto como lo hacías ver.
Y jamás se va a comparar con lo que yo te amé.
Me pregunto esto siempre:
¿Cómo puedes dejar de amar a alguien a quien se supone que amaste tanto?
Porque yo no puedo.
Esa es la diferencia entre él y yo.
Mientras él pudo hacerlo,
yo veo eso como algo tan lejano.
Puedo dejar de pensar en ti a diario.
Puedo olvidar tus cosas.
Puedo superarte, incluso.
Puedo seguir mi vida con normalidad.
Pero siempre que escuche tu nombre,
sabré que te sigo amando.
Porque para mí el amor no puede simplemente irse.
No sé cómo él lo hizo.
Pero yo realmente no puedo.
Ni quiero intentarlo.
¿Lo dejaré de amar?
Pues espero hacerlo.
Pero sé que no será fácil.
Será un proceso largo el cual ni siquiera quiero tener.
Porque me gusta amarte.
Pero odio la idea de que ya no me amas.
No es divertido una batalla si no tienes contrincante.
Yo gané.
Pero ¿a qué costo?
Y así se acaba esta historia sin final feliz,
donde el amor no murió al irse,
sólo cambió de cuerpo.
Donde yo sigo aquí,
sosteniendo un “yo más”
que él ya no escucha,
que él ya no quiere responder.