Un día cualquiera con su ausencia.
Hoy me desperté.
Lavé mi cara, preparé el café, hice todo lo que hago cada mañana para fingir que la vida sigue igual.
Y en parte, sigue. Afuera el mundo conserva su forma, las calles no tiemblan, la gente no se detiene. Pero dentro de mí, algo siempre se derrumba en silencio.
Hoy fue una canción. No la escuché, solo vi su nombre en alguna parte. Y eso bastó. Pensé en cómo habría querido mostrártela, en lo mucho que te habría hecho sonreír, en el “mira esto” que ya no puedo decirte.
Entonces volví a caer.
Caer en esa nostalgia pegajosa que no pregunta si puede entrar.
Caer en vos.
Ya no hablamos.
Ya no estás.
Ya no sos mío.
Y lo que siento, aunque me desborde, ya no sirve de nada.
Estoy cansada de arrastrar tu ausencia como quien lleva una piedra atada al pecho.
Cansada de contener palabras que nacen con tu nombre y mueren antes de llegar a ninguna parte.
Quisiera escribirte, aunque no quieras leerme.
Quisiera romper este silencio, aunque sé que no lo vas a escuchar.
Quisiera que me ames una vez más.
Pero eso ya no es posible.
Hay algo cruel en seguir viva en un mundo donde vos ya no estás para mí.
Y más cruel aún, en tener que actuar como si no pasara nada.
El día siguió, como si nada.
Pero yo no.
Para todos, parezco bien.
Para mí, soy un campo de batalla disfrazado de cuerpo.
Te aparecés en todo: en los diálogos de los libros que leo, en los silencios largos de las películas, en los momentos donde la mente se me escapa y va a buscarte sin permiso.
Es injusto cómo todo puede recordarme a vos y vos no recordarme nunca más.
Últimamente, todo me hace mal.
Y hay días —como hoy— en los que te extraño tanto, que me dolés en partes del cuerpo que no sabía que podían sentir.
Pero no te escribo.
Porque no puedo, porque no debo, porque vos ya no querés.
Y entonces escribo aquí,
como quien lanza un mensaje al mar sin esperar que llegue a ningún lado.
Porque hay cosas que no buscan respuesta,
sólo necesitan salir para no pudrirse adentro.
Porque hay amores que no se superan,
se sobreviven.
Y hoy, en este día cualquiera,
yo te sigo sobreviviendo.